13 diciembre 2006

PERMISO PARA SOÑAR, PERMISO PARA VIVIR



PERMISO PARA SOÑAR, PERMISO PARA VIVIR

Por: Emilio Ramírez y Fabián Castellanos / TEF 26 años.

“El teatro esta en la calle,
la calle pertenece al la gente,
liberad el teatro, liberad la calle
¡comenzad!”
B. Brecht.

La calle, el aire libre han sido inspiración y centro de nuestro trabajo. Todas las luchas, todas las esperanzas, goces y frustraciones, han sido suscitadas por lo que pasa en la calle. También ella ha sido nuestro escenario, nuestro laboratorio de sueños e imágenes. Ahí fuimos iniciados como actores. Por lo tanto no podemos concebir la calle sin el teatro. En la calle inventamos, ensayamos y representamos nuestras historias, en ella hemos vivido ese encuentro singular con el espectador sin porteros, filas ni requisas. El suceso teatral convoca sin sospechas y sin conjetura policíaca a transeúntes, empleados, desocupados, vendedores, turistas, vagabundos, para señalar los disparates del mundo con una risa o las desgracias del mismo con una lágrima. Desde hace 26 años cuando empezamos a compartir nuestras historias con el publico en un parque o una calle, no ha faltado la aparición del vigilante que esgrime solo un argumento para ensayar su pequeño poder y negarnos ese momento único de complicidad y relación con el público: “Un permiso de autoridad respectiva, caso contrario no permitimos realizar ninguna actividad en este lugar”.
Hemos aprendido a valorar y reflexionar la libertad a través del arte del teatro durante estos años de viaje por las mas enrevesadas historias que la realidad y la fantasía nos han permitido inventar. Pero los tiempos que corren son complicados. La oscuridad y la confusión campea en el mundo, el miedo y la paranoia autoriza el propósito de vigilar, encarcelar y cazar brujas como la única manera de acabar con los males del país. Y como se necesita acomodar el lenguaje a los propósitos, unos términos se ocultan, otros se desempolvan y otros se adaptan con un buen baño de eufemismo. Así, PATRIA, es aquello que nadie sabe que es, pero resulta muy convincente a la hora de promocionar guerras y matar a unos con el pretexto de salvar a otros. “Los buenos somos mas”, es un paradigma tan dudoso pero tan efectivo que le permite a unos tirar la primera piedra o, en su defecto, el primer tiro contra el primero que le parezca malo. Los eufemismos autoritarios en los últimos códigos, legislaciones y mandatos conllevan al perverso propósito de no dejar espacios de la vida humana sin espiar. Asistimos a una conspiración donde los vigilantes nos convencen de la necesidad de ser vigilados y hasta de auto vigilarnos esperando seguridad. Esa conspiración siempre ha impuesto el miedo para luego vender la vigilancia.

“Corren buenos tiempos
buenos tiempos para esos caballeros
locos por salvarnos la vida
a costa de cortarnos el cuello”
J.M. Serrat.

Recordamos la novela de GEORGE ORWEL “1984” donde se hablaba de un partido hegemónico cuyo ojo vigilante estaba presente hasta en la alcoba de los ciudadanos castigando cualquier asomo de autonomía y libertad, esto fue posiblemente una metáfora del comunismo. Pero lo que el comunismo no pudo lograr paradójicamente lo viene logrando sin recato ni vergüenza el mundo del libre mercado.
La filosofía de la Autoridad en que se apoyan nuestros gobernantes solo busca acrecentar un imaginario policiaco y militarista entre la población y no alcanza para reivindicar la sabiduría, ecuanimidad, justicia y honestidad como esencia de esa autoridad. Quieren que seamos policías de nosotros mismos, de nuestros vecinos. Habremos de recordar que el principal apoyo del nazismo por el pueblo alemán estaba basado en sentimientos de nacionalismo y racismo que estimulaban la formación de una mentalidad militarista.

Bueno, y ¿que tiene que ver todo esto con lo que veníamos hablando de teatro?. Pues lo tradicional. La actitud de los mandatarios siempre se ha basado en una curiosa pero inhumana lógica -lo que no se desea ver se desaparece o se oculta-. Desde esa “lógica” que se viene presentando con las nuevas disposiciones, va a resultar que el espacio publico es aquello que NO puede ser usado por el publico. Por ejemplo, los parques públicos fueron entregados en una época a algunas cajas de compensación. El disfrute de actividades que espontáneamente los artistas realizaban allí los fines de semana y que deberían ser protegidos como patrimonio cultural de la ciudad, ahora están limitadas, por la voluntad del funcionario encargado de administrarlos.
Augusto Boal dice “si un oprimido no transgrede en algún lugar posible, siempre va a ser un oprimido”. “Aunque perdamos todo, lo único con lo que contamos es con la capacidad humana de crear”.

Ahora mas que nunca es necesario el teatro... El arte es la conciencia de la humanidad, el teatro callejero es el lugar de encuentro mas asequible con la sensibilidad y la reflexión entre actores y espectadores, según el mismo Boal “los propios espectadores crean el teatro y el teatro es espectador de nosotros mismos”. El teatro nos llama a liberar la calle sin pedir permiso para reír, sin pedir permiso para vivir.